U.C.T.
  Meditación de sanación
 
 
¿QUE ES MEDITAR?
 
Tradicionalmente en nuestra cultura occidental la palabra meditación puede ser considerada en la acepción “concentrar la atención sobre un tema u objeto, dejando discurrir el pensamiento”.  Esta forma de entender la meditación contiene una buena aproximación a lo que verdaderamente implica la misma como ejercicio psíco-somático.  Psíquico porque conlleva una experiencia emocional, y somático porque conlleva también una experimentación de índole corporal a través de la rememoración sensorial de las impresiones causadas por los sentidos en el cuerpo, y que de alguna manera se hallan gravadas en él.
 
Si bien existe un auge grande en los medios para ofrecer procesos de meditación más o menos comprobados, también es cierto que muchos de los procesos ofertados, o son trasplantes directos de otros sistemas culturales (especialmente de origen oriental) los cuales exigen un cierto ritualismo e identificación ideológica a conceptos e ideas que los implementan, o son otros por el contrario, simples sincretismos culturales de los anteriores y/o adaptaciones con algún nivel de interés comercial en los mismos.  Es importante entender aquí  que existen dos vertientes en los procesos meditativos las cuales se pueden definir como, “meditaciones con semilla” y “meditaciones sin semilla”.

Las meditaciones con semilla suelen ser definidas como “meditaciones guiadas”, las que contienen sistemas y procesos que implican la “implementación e implantación mental” de imágenes y “estados mentales” sobrepuestos a cualquier condición personal y colectiva también, de orden síquico y hasta físico, obteniendo resultados relativos que en sicología occidental se pueden reconocer como sugestiones, pero que no conllevan la “libertad del espíritu” que en esencia debe ser el propósito final de meditar.  Los practicantes de estos procesos con semilla, y sus promotores requieren por tanto del “cuidado excesivo” de sus usuarios y organizaciones para evitar el ser “desprogramados” de los estados alterados de conciencia que se hallan implantados en la mente de sus adeptos o seguidores.

En los procesos reconocidos como “meditaciones sin semilla” se hace uso de la cualidad propia de la mente, de “la autobservación” o simplemente de la capacidad de hacer “catarsis” de sus propios contenidos.  Como en este proceso (el de sin semilla) no se imparten imágenes  ni contenidos ideológicos con algún interés doctrinal u organizacional, es por tanto el sistema meditativo por excelencia ya que solo procura la “libertad espiritual” y la experimentación de la esencia más natural posible de la condición humana.        

Para todos ellos, o sea los procesos con semilla y los sin semilla, se recurre a sistemas y procedimientos que utilizan medios o recursos de muchas índoles como, los “mantras” o sonidos de tipo vocal, instrumental o natural”, los “yantras o imágenes concéntricas” (aún las imágenes de tipo religioso como las del Corazón de Jesús, o las de un Buda, por ejemplo), y los “tantras” o procesos de austeridades o disciplinas fundamentalmente ejercidas sobre el cuerpo (incluida la mente) y su autocontrol, como pueden ser por ejemplo el ayunar, la vigilia (o sea el permanecer despiertos), y métodos más sofisticados como pueden ser el Hatha Yoga y el Tai Chi, entre muchos más, y hasta los procesos que implican acciones directas sobre la mente (y el cuerpo por supuesto) como el usar sustancias de orden natural, químicas o físicas.

Como difícilmente puede desarrollarse un proceso que contenga solo un recurso de los enunciados antes, normalmente los sistemas de meditación son una mezcla y variante de los mismos medios o recursos.

Por ejemplo en el Hatha Yoga y en el Tai Chi, se presupone una disposición alimentaria específica, un proceso de prácticas corporales que implican posturas y respiraciones consecuentes, y ambientes apropiados para ello.  Otros también de manera activa se realizan, como otro ejemplo, con la danza, normalmente acompañada de algún tipo de música o instrumentación, como lo hacen grupos orientales hinduistas y árabes, y también grupos indígenas o nativos de todos los continentes, y grupos religiosos de tipo cristiano carismático (o con “dones del espíritu santo”) especialmente, entre otros tantos.

Algunos por el contrario prefieren las posiciones estáticas  como el estar arrodillados o sentados de una manera especial, en silencio y/o repitiendo mentalmente o recitando sonidos o mantras, o escuchando los apropiados a la ocasión, o también manteniendo la atención sobre símbolos externos, o sobre acciones del cuerpo como la respiración por ejemplo, etc., como en los sistemas budistas Zen.

Aún, también existen procesos que implican la ingesta o uso de sustancias de tipo vegetal, orgánicas en general, incluidas de origen animal, y hasta minerales, que pueden ser consideradas del tipo “venenoso”, y usadas de manera regulada por quienes las conocen (aún medicamente), como lo son por ejemplo el Yage y el Peyote, y el Litio en su forma de carbonato, y que concuerdan con el principal tratadista sobre los procesos del Yoga y los estados de la mente, Patanjali, como lo expresó en el siglo 3 antes del actual conteo y que dice en el  Libro IV “Kailvalia Padha” (en español “Independencia del Espíritu”)  en el versículo 1: -Los poderes de la mente, o facultades del espíritu, son alcanzados por nacimiento, medios químicos, poder de las sonidos y palabras, disciplinas y concentración.

A lo anterior me permito agregar procesos como el de la Oración que hecha de manera espontánea o sincera puede contener los mismos elementos del discurrir del pensamiento.  Otros sistemas también, como los del Psicoanálisis y variantes del mismo como la Dianética, la Sofrología y en general un sin número de métodos que pueden ser ofrecidos con criterios técnicos o científicos (por supuesto religiosos…), al final pueden contener los mismos elementos valorativos de los procesos de la meditación.
 
Todo lo anterior aquí  es para entender que sí existe un recurso de orden natural y universal para abordar nuestra Mente y los contenidos de ella, lo que se conoce normalmente como auto-conocimiento.

Es muy común escuchar sobre la necesidad de equilibrar la mente ya que en ella es que radica de manera sistemática nuestra vivencia real.  Las ansiedades, los complejos, los miedos, las fobias y los traumas, las depresiones y manías, y toda actitud que presupone un estado morboso o de enfermedad del ser (físico y mental), así como cualquier expresión somática del tipo doloroso, real o ficticio, y lo mismo que toda expresión de bienestar, armonía, salud y felicidad tienen un solo asiento: la Mente.
 
Por tanto la Unidad del Conocimiento Trascendente, le hace la invitación a vivir la experiencia de Meditación dirigida, con el video en esta misma página y por supuesto diferente a los procesos de “meditación guiada” ya que solo buscamos el entrenamiento personal y mental para que cada quien pueda experimentar y desarrollar, de manera libre, sus capacidades y potencialidades que conlleva el autoconocimiento y las que contenemos en nuestra naturaleza humana.

Este proceso de Meditación dirigida elaborado a partir de una profunda investigación sobre el tema, someramente expuesta aquí, y proceso que  está destinado a todas las personas (sin límites de edad) y sin distingo social o cultural, aún los practicantes y creyentes de otros sistemas incluidos los religiosos, y con el cual experimentarán un método sanador y coadyuvante, complementario a cualquier recurso de tratamiento médico o sicológico que puedan estar recibiendo, o simplemente motivados en el deseo de experimentar un conocimiento directo y satisfactorio de sí mismos, en todo sentido.
 
Los invitamos entonces a vivir esta experiencia maravillosamente renovadora para el espíritu, con la Meditación dirigida, experiencia que pueden realizar de manera personal o colectiva también en su entorno personal o familiar.   

Bienvenidos pues a esta experiencia:  https://www.youtube.com/watch?v=Bhf0vIKT5_s

 
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